En los últimos veinte años la República Dominicana (RD) ha sido una de las economías de más alto crecimiento en Latinoamérica, con un crecimiento promedio del PIB en torno al 5,5 por ciento entre 1991 y 2013. A pesar de este fenomenal desempeño económico, la pobreza hoy en día es más alta que en 2000. La pobreza aumentó del 32 por ciento de la población en 2000 a casi 50 por ciento en 2004, tras la crisis financiera y económica de 2003, para descender gradualmente al 41 por ciento en 2011.
De acuerdo con los indicadores del Doing Business 2014 del Grupo del Banco Mundial, la República Dominicana junto a Jamaica y Trinidad Tobago estuvieron entre los países que implementaron en Latinoamérica haciendo más fácil para los empresarios locales el hacer negocios.
En décadas recientes el país también ha transformado su base económica y ha diversificado sus exportaciones. Mejoras en el clima de negocios facilitaron el comercio internacional y fomentaron el crecimiento de las exportaciones. Sin embargo, el país aún ocupa lugares bajos en relación a los demás países del Caribe y necesita llevar a cabo reformas adicionales para mantener su competitividad en la región.
Desafíos ante el crecimiento inclusivo
- Mejorar el clima de negocios para impulsar la inversión y la creación de puestos de trabajo, a la vez que se fortalece el acceso de los pobres al mercado laboral: Los sectores tradicionalmente generadores de empleo, como las manufacturas presentan en la actualidad un crecimiento relativamente más lento que telecomunicaciones o minería, que tienden a generar menos puestos de trabajo. Gran parte de los puestos de trabajo que se crearon desde el 2000 han sido poco cualificados y en el sector informal. A consecuencia de la crisis del 2003 y el declive de los textiles, el salario real promedio disminuyó un 27 por ciento desde el 2000, aun cuando la productividad laboral aumentó. Mejoras en la política de competitividad y en el clima de inversión, además de políticas de formación y capacitación de los trabajadores, podrían ayudar a generar más y mejores empleos.
- Promover una política fiscal equitativa, eficiente y sostenible: El actual sistema tributario se ve obstaculizado por la baja recaudación fiscal y la dependencia excesiva de los impuestos indirectos. Lograr que el sistema tributario se torne más progresivo permitiría una mayor redistribución, así como más inversiones en los servicios públicos esenciales como agua y saneamiento, un servicio eléctrico 24 horas, una educación de calidad y mejores servicios de salud, sobre todo para los más vulnerables.
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