viernes, 29 de mayo de 2015

PASTOR ABAD CARPIO MI AMIGO CON ESTE HUMILDE COMENTARIO DE DIGO HASTA LUEGO.



Abad Carpio, el pastor y amigo entrañable, noble, solidario y leal, se ha marchado como se va la noche después de su estadía, y como se va el rocío cuando calienta el sol.


Se marchó el pastor, el padre, el esposo, el hermano de siempre, se ha marchado, bajo las notas del silencio y la bastedad insoportable del sueño que empezó a cubrir sus ojos y la inmovilidad de su cuerpo.


Con una visión extraordinaria de la realidad existencial, de la expansión del evangelio, inteligente, autodidacta, predicar a todo tiempo del cristianismo, hizo de la amistad un templo y de la honestidad una roca inconmovible y del trabajo un norte esplendoroso que supo exhibir con esfuerzo, decoro y dignidad.


Abad Carpio, fue una autentica gloria ciudadana, las diversas acciones y aptitudes de su paso por la vida, lo han situado entre los cristianos de La Romana, la República Dominicana y más allá como un paradigma a imitar.


Vivió para servir, y siempre filosofaba al decir el que no sirve, no sirve para vivir, el pastor Abad vivió para afanar, luchar, amar hasta el último quejido inmarchitable de su fructífera y útil existencia, a la tierra y al medio al cual sirvió, hasta dar en silencio su último suspiro.


El pastor Abad tenía un excelente comportamiento ciudadano y cristiano, apacible, flemático pero decidido, capaz de compartir una hermandad espiritual sublime y luchar instantes difíciles, pero siempre con intención de salir airoso y así, transitar muchos años con los vaivenes de la vida; momentos y tiempos complejos pero también agradables y buenos, con nostalgias y alegrías.


El pastor Abad Carpio fue bueno, cristiano, virtuoso, justo, excelente, caritativo, sensible, servicial, humanista, bondadoso, piadoso y generoso.


Lo bueno siempre es bueno, aunque no tenga riquezas, porque como decía Seneca: “En todo hombre bueno habita Dios”. Dos virtudes hay que no se separan; siempre la bondad es grande, siempre la grandeza es buena, y en Abad se enmarcan las frases de Horacio: ¿Cuál es el hombre bueno? El que ama su patria y respeta las leyes y nosotros agregamos antes de todo eso, el que ama a Dios.





Adiós hermano y pastor del alma. Dios, sabemos que te ha acogido en su remanso celestial-Amen.

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